¿Juegas con tus empleados?

¿Juegas con tus empleados?

¿Trabajar y divertirse?

El gaming puede ayudar, y mucho, a aumentar la productividad de una empresa. Y más ahora que los negocios colaborativos están revolucionado el panorama laboral.

Alejandro Domínguez, experto en comunicación interna y gaming en Omniumlab, y profesor de esta materia en el Máster de Comunicación Plus, nos desvela alguna de su claves.

 

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¿Hay que saber jugar con los empleados?

Hay que saber motivarles y que se sientan parte del proyecto. Y la gamificación les ayude a que se apasionen y se esfuercen en lo que hacen. Las jerarquías del yo ordeno y mando y tú obedeces, la ley bíblica de que te ganarás la vida con el sudor de tu frente… todos esos paradigmas enfocan el empleo como un sufrimiento. Hoy no podemos funcionar así.

Imagina que eres esa trabajadora del call center. No es lo mismo el trabajo monótono de llamadas y búsqueda de incentivos por clientes conseguidos que visualizarte con tus compañeros en una carrera de caballos en la que vas ganando, subiendo de nivel, salvando obstáculos, recibiendo recompensas permanentes…

Y el gaming es una de esas ciencias que prioriza a las personas, a su naturaleza, capacidades, roles, a los resultados de su trabajo y a sus sentimientos. Y todo esto nos lo enseña el juego. Se trata no de jugar con los empleados, sino de diseñarles el contexto laboral con la misma maestría con la que los diseños lúdicos llevan siglos haciéndonos sentir bien y motivados.

El gaming ¿sirve para cualquier tipo de empresa?

Sí, ¡por supuesto! En todas las empresas hay unos objetivos, unos retos accesibles y otros complejos, un organigrama, un reparto de tareas, obstáculos, resultados positivos y negativos de aquello que hacemos, hay progresos… Y, si nos fijamos bien, todos estos son conceptos que podemos encontrar en cualquier forma de juego. ¿Por qué no aplicarlos de la misma forma en los entornos laborales?

¿Cómo empiezas a desarrollar una estrategia de gaming?

No es sencillo. Es una disciplina nueva y muy compleja. Lo primero es analizar el entorno laboral en cuestión, la naturaleza de su actividad y los roles y funciones de las personas que están empleadas en ella. El segundo paso es aplicar una metodología propia del diseño de juegos. Hay que trazar un objetivo, saber exactamente qué queremos conseguir; si no es como arrancar un coche y no tener claro a dónde ir.

Otro elemento clave es analizar a nuestros empleados en su faceta de jugadores y preguntarnos de qué tipo son.  La clasificación más comúnmente aceptada, la del profesor Richard Bartle, habla de los jugadores como killers, achievers, explorers o socializers. En función de qué clase sean (no es lo mismo un peón de una obra que un camarero) sabremos qué tipo de juego es el que mejor responde a su naturaleza. Y una vez que esto está claro, el paso más complejo es el de rediseñar el contexto habitual de sus tareas cotidianas con elementos propios de las mecánicas y dinámicas de juego, haciendo que su labor sea exactamente la misma pero con una apariencia totalmente diferente.

Comucación empresa

Otro de los elementos clave para diseñar una estrategia de gamificación es la metáfora; es decir, encontrar el circulo mágico que sirva de universo lúdico para los trabajadores y equivalga lo más posible al contexto tradicional. Sirve no solo para la gamificación interna en empresas sino para estrategia externas: relación con el cliente, educación, sanidad…

 

¿Y como se evalúa su éxito?

Un factor clave es poder medir la estrategia. Es interesante tener cifras de rendimiento o productividad laboral previas a su diseño. Y establecer mecánicas que nos sirvan para incentivar aquellos aspectos sobre los que queremos incidir. Por eso hay que fijar objetivos muy concretos. No es lo mismo decir “quiero más productividad de los empleados” que “quiero que los empleados participen con propuestas en la campaña de navidad en este lugar”. Así, el objetivo que trazamos puede tener hitos de progreso dentro de la estrategia de gamificación, algo que permite evaluar si ha tenido éxito en el conjunto de nuestros trabajadores e individualmente.

¿Todos sabemos jugar?

Todos nacemos con la facultad de jugar, nos viene dado. Cuando somos niños, aprendemos a relacionarnos con el mundo y comprender cada cosa nueva a través del juego. Los cachorros de muchas especies juegan para aprender a cazar en su edad adulta. El proceso de la madurez es, según algunos expertos, la pérdida del paraíso perdido porque vamos desechando el juego a medida que crecemos  por una presunta autosuficiencia. Por eso lo banalizamos, porque es algo infantil que ya no necesitamos. Pero la realidad es que todos tenemos el “veneno” del juego dentro y lo manifestamos a diario: en un crucigrama, un concurso de la tele, una apuesta por un partido de fútbol…

¿Favorece el gaming la colaboración entre empresas y trabajadores?

Totalmente. Pero no porque el trabajo pierda seriedad o convirtamos el contexto empresarial en algo festivo. Se refiere a que el empleo de las mecánicas del juego tiene la crucial función de poner en valor a nuestros trabajadores como personas, preocuparnos por que el desempeño al que dedican un porcentaje muy elevado de sus vidas les sea agradable, atractivo, divertido, positivo, con recompensas permanentes, con información clara y abundante, reglas que cumplir, objetivos que alcanzar, con competitividad y colaboración entre empleados y jugadores… Todo hace que haya una relación de mayor confianza.

colaboración

Por ejemplo, la consultora norteamericana Deloitte quiso incentivar a sus trabajadores para que mejoraran su formación. Creó la plataforma web Leadership Academy en la que se planteó de forma voluntaria un juego de competitividad entre empleados para ver quién alcanzaba mejores puntuaciones. Con una fórmula muy adictiva han logrado que más de 20.000 empleados hayan mejorado su formación.

 

En España también encontramos ejemplos de éxito como Cookie Box, una iniciativa multidisciplinar para mejorar las competencias de los empleados y su inserción dentro de su función en la empresa (liderazgo, gestión de equipos, ventas, transmisión de valores…).

En unos años ¿cambiará el gaming al trabajo o el trabajo al gaming?

La fórmula que se espera que se produzca es la primera. La introducción de mecánicas de juego en contextos laborales tiene la dura tarea por delante de transformar las fórmulas de trabajo actuales. Hay mucho en juego, sobre todo en estos momentos de crisis, se trata no sólo de mejorar el rendimiento y la implicación de los empleados en sus proyectos empresariales, sino de que algo que copa la casi totalidad de su día a día les haga más felices. Será una sociedad más sana y próspera.

Y ganará la partida el que sepa…

Yo creo que hay muchas partidas en juego ahora mismo. Tantas como necesidades puedan existir en los centros de trabajo. Ganará la partida el que sepa interpretar cuáles son sus necesidades, sus errores y sus objetivos. Y que además tenga la generosidad de involucrar a sus empleados en esos objetivos de forma humana y revolucionaria, haciendo que el desempeño de sus funciones sea tan grato como ganar a tu enemigo en un videojuego.

 

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